Roma: Una nieta de la chingada

«Eres un hijo de la chingada» tal vez esta expresión es una de las que más nos puede ofender a los mexicanos ¿por qué? Porque para nosotros la madre es sagrada, nadie la toca y pobre de aquel que se atreva a tan siquiera mencionarla en un contexto equivocado.

Es un insulto que llevamos y que nos pesa, pero la más reciente obra de Alfonso Cuarón lo adopta no como algo peyorativo sino como algo que enaltece y orgullece. El papel de la mujer, de la madre es fundamental en esta historia, aquella fémina aguerrida, consciente y responsable de su rol en la familia y en la sociedad pero que al final, sí, se las chingan.

Roma no muestra a una sino a dos «chingadas»: la jefa de familia, Sofía, y la nana, Cleo. Dos persona diametralmente diferentes pero que comparten una misma realidad, por diferente que parezca. Juntas dejan de ser «chingadas» y se convierten en «chingonas» al sobrellevar sus adversidades desafiantes, diferentes pero a fin de cuentas, problemas.

La humanidad y cotidianeidad con la que Cuarón nos cuenta este relato casi biográfico es tan natural que parece documental. Los 70 sirven de fondo pero las situaciones son de mis tiempos, es de mis tiempos limpiar a cubetazos las cacas del perro, es de mis tiempos ver cómo papá mete con cuidado quirúrgico el auto nuevo al garage, es de mis tiempos irse a fajar al cine, es de mis tiempos pedirle a los abuelos gansitos.

Muchos de mis conocidos me recomendaban, me exigían ver Roma en la pantalla grande, y créanme que luché (sigo luchando) por hacerlo, pero poder disfrutarla en lo que ha sido mi hogar desde hace 17 años fue impactante, mi memoria sensorial y emotiva se activó, el significado de lo que se veía cobraba más sentido porque revivía junto con los protagonistas cada momento posible. 

Mucho se ha dicho  sobre la fotografía también hecha por el capitalino y cualquier adjetivo que utilice quedará corto ante impactantes cuadros que por sí solos merecen un lugar en las galerías más exclusivas y laureadas del planeta.

De misma forma la edición y mezcla de sonido (en verdad espero que en los Óscares reconozcan mínimo con una nominación a estos departamentos), desde el silbato del camotero hasta el bullicio del centro está ahí tan bien colocado que pareciera fue muy sencillo hacerlo. Los sonidos de Roma es el murmullo de una ciudad, la voz de una nación y el grito de la humanidad (por eso parece poético, más que comercial su estreno masivo en Netflix).

Para entender Roma no es necesario haber conocido al profesor Zovek, no es necesario ser mexicano, no es necesario ser madre. Para entender Roma se necesita estar, así, tan simple y tan complejo como la vida misma.

En conclusión, Roma es una cinta provocadora y enternecedora que lo único que pretende es hacernos reflexionar sobre lo chingados que estamos pero que eso no es precisamente malo. Una obra maestra, por eso a esta peli le pongo 5 de 5.

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